La vivencia del disco
- historiasamalgama
- 20 sept 2019
- 3 Min. de lectura
PERFIL
Hernán Legarda-Coleccionista
Yo soy el viento, mi madre son las estrellas y mi padre el infinito no sé dónde iré a parrar el futuro es mi destino, yo soy el viento.
El viento-Los hijos del rey

Hernán Legarda grabó sus primeros casettes cuando tenía 8 años, por allá en los años 70, en Disco Radio, la tienda de su tío Guillermo Vidal y por la que conoció también los Long play, que ensayaba subido a un banco. Así comenzó su historia con los discos y como melómano, amante de la música.
En los 80's Popayán se llenó de salsa, las discotecas eran el Trapiche I y II y Studio 24, donde la rumba era sana, para llegar a los de la zona norte se tomaba el bus amarillo, se llegaba muy temprano a la discoteca y se salía al otro día. A veces tocaba regresar a pie, en carretilla o esperar el bus que volvía a bajar. En la zona centro había un lugar llamado la Barra, en la Esmeralda el Playboy, un sitio donde se escuchaba salsa de una manera fuerte, que no se conseguía en otras partes.
Tiene vivo el recuerdo de los bailadores, llamados porque inventaban sus propios pasos, incluso la caminata lunar de Michael Jackson y de Molanga, el sitio en el que el tema himno era La ruñidera, la gente lo oía y salía a bailar y la famosa picada, que era una bandeja con carne, papa y maduro, tono al son de un buen trago de aguardiente caucano.
Hernán comenzó su colección con ritmos tropicales, tiene a Rodolfo Aicardi, Lizandro Meza, Pastor López, y comenzando con eso sintió la necesidad de aprender a bailar, escuchando al Grupo Niche, Guayacán, Mon Rivera y la Sonora Ponceña, lo que sonaba en las fiestas familiares. Siente que el baile es una forma de expresar felicidad, el gusto por una persona, por la música, y de liberarse también, una forma de retribuirle al músico o compositor de una manera viva lo que él quiso expresar, hacerlo suyo, vivirlo como propio. Eso es ser melómano, adentrar las creaciones, no solo de un ritmo.
Todas las canciones son sus favoritas porque la música es una forma de detener el tiempo al igual de la fotografía, y cada disco puede tener detrás una vivencia, pero dentro de todas está Lluvia de Willie Rosario, El Viento de Los Hijos del Rey y las composiciones de Rubén Blades. El tiempo va moldeando los gustos por los ritmos, los músicos y hasta los instrumentos. Pertenece al colectivo Afroamigos y el tema Lluvia, es el himno con el que todos se identifican, cuando suena se trasforma el rostro, la forma de sentarse y hasta la de bailar.
Anécdotas hay muchas, hace un año con un amigo compró en Cali, a un coleccionista panameño, el Long play de Víctor Paz, sellado, y por eso mismo no lo destapó hasta llegar a la casa. El disco estaba pandeado y al consultar con su amigo éste le respondió que también estaba como un sombrero panameño, a ambos les dieron en la cabeza. O la vez que estuvo en el concierto de Guaco en el Teatro municipal también en Cali, una cosa impresionante con más de 20 músicos en escena. Del acto salió sin palabras y tuvo que descansar como ocho días de la música.
La enseñanza más bonita que le ha dado la salsa en todos estos años es poder compartir con otros, volverse solidario al pensar en sus amigos, que son hermanos, vivir con ellos cosas importantes, pero sobre todo ser seres humanos. La salsa no solo le entregó riqueza musical, sino una familia de compartir cosas buenas y malas, alegrías y tristezas.
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