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33 Jesús

  • Foto del escritor: historiasamalgama
    historiasamalgama
  • 14 abr 2019
  • 1 Min. de lectura

Actualizado: 15 abr 2019

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Mi tía, al verme al día siguiente, lo supo. Siempre escucho rezos en su cuarto en ciertas horas del día. Su manera de no pensar es limpiar los estantes y las porcelanas que adornan la sala, quitando toda huella dactilar, polvo o polilla.


Por mi parte pude descubrir que un té de coca con un poco de limón alivia de adentro hacia afuera lo que el corazón sigue sintiendo y lo que la mente recrea. En la noche se toma después de cerrar por un momento los ojos al echarse la bendición. Mi tía recomienda que en ese instante se deben pronunciar 33 Jesús mirando el rosario, en el conteo uno puede perderse siempre y cuando se pronuncien en un número impar, no mayor a 66.


Hay un rincón de la casa que solo uno conoce y allí acurrucado también se puede ir, cuando se agudiza el hueco en el estómago o la picazón en la garganta, o cuando no funciona el té. Se entra después del rezo, a la hora donde duermen y hay silencio.


Este ungüento es preciso, borra las imágenes y los sonidos en la cabeza cuando la noche llega a un negro espeso y se mezcla con pesadilla y sentires, cuando no fuerzan la puerta al entrar, cuando no gritan y solo se escuchan unos pasos que llegan a la cama.


-Ya para

-¡Shh!

-Jesús, Jesús, Jesús.



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