CACEROLO
- historiasamalgama
- 23 mar 2019
- 5 Min. de lectura
Por: Ángela Arce Sánchez

A las 8:45 de la noche las personas comienzan a aplaudir insistentes, la música de la vecindad del chavo suena, hay unas cuantas sillas ocupadas y muchas sin ocupar. Los espectadores cada vez hacen más ruido hasta que Cacerolo sale a escena: “nos dijeron que viniéramos a Popayán, que acá nos iba a ir muy bien…y bueno”, las personas ríen, yo rio.
Estamos en el Circo Gigante Americano. En el fondo se escucha “Últimos días, últimos días” mezclado con una música noventera. William es alto, su cabello es rizado, algo abultado con un tono rubio de raíces morenas. Lleva puesta una camisa de perritos de colores que combina con su maquillaje fluorescente y que a su vez hace un alto contraste cuando habla, lo hace despacio y con claridad. Su voz es grave y denota un cierto grado de distancia entre los dos que a lo largo de la entrevista se acorta para demostrar que no somos de mundos totalmente distintos.
Él no estaba a gusto con nuestra visita, mientras sus compañeros se hacían una fotografía o conversaban con el equipo, él se mantenía al margen. ¿Qué me vas a preguntar? ¿Para qué es la entrevista? Al final terminamos dialogando de todo, del amor, del circo, de él, de su familia, del país. Que es colombiano y aunque esté de acá para allá le afecta lo que ocurre. Ha oído de Hidroituango, también sabe sobre la crisis de Venezuela. Que es del circo y siempre ha estado allí, que la vida es eso, recorrer Colombia, la linda Colombia y ver a los niños con la boleta en la mano sonreír. Que él es ese, un payaso que elegiría el circo si tuviera la oportunidad de nacer de nuevo.
- ¿Y para qué es la entrevista?
- para una revista cultural
- mmmmmmmm
- ¿Dónde naciste?
- En la cama… ¿ya empezó la entrevista? Ah, en Medellín.
- ¿Desde hace cuánto perteneces al circo?
- Tengo 38 años en este medio. La gran mayoría de mi familia tienen esta ascendencia. Mis hermanos, abuelos, papás, tíos y mis hijos son del mundo del circo.
- O sea que naciste en el circo
-No, nací en el hospital
- Me refiero a…
-Ah sí, trabajamos en el mundo del circo desde muy pequeños, tenemos en la sangre este arte porque nuestros papás nos enseñaron, nos regalaron esta bonita experiencia.
- ¿Y qué te gusta?
-El agradecimiento del público, cuando le sacas una sonrisa, cuando la gente que pagó una entrada sale contenta de la función que acaban de ver, cuando se olvidan un poquito de las penas que tienen en su casa, cambian las penas de su vida cotidiana por alegrías y buenos pensamientos aquí en el circo. Eso me gusta de mi trabajo, que las personas aquí se olvidan un poco de sus problemas.
-Desde siempre has estado en el circo, ¿pero desde siempre has sido payaso?
-Cuando estaba joven era alambrista, pero con el tiempo le comencé a coger miedo, sufrí de vértigo, nervios, y tenía estrés… ¿es qué sabes? desafortunadamente la idiosincrasia del país cree que no tenemos principios, valores, que no somos personas aptas para entrar a la sociedad. Pero lo único que ofrecemos es diversión a la gente, traer un espectáculo divertido, a pesar de esto, cualquier cosa ridícula que hace alguna persona la comparan con un payaso o con alguien del circo, y no es así, porque este es un trabajo, una profesión, como los actores o como los comediantes.
-¿Entonces qué quisieras como artista?
Lo que queremos nosotros es ganarnos un status, ganarnos un respeto. Nosotros no hacemos manifestaciones, ni peleamos con el gobierno, pero queremos que nos dejen trabajar, que nos dejen entrar al Mnisterio de Cultura, queremos hacer parte de la cultura. A veces más representación tiene un mimo o las personas que trabajan en los semáforos que nosotros en el circo.
-¿Y cuál es esa imagen desagradable a la que te refieres?
-A nosotros nos discriminan demasiado. Todos ponen a sus hijos a estudiar para que sean profesionales y yo pongo a estudiar a mi hijo para que aprenda de sus raíces. Desafortunadamente en el nivel académico no se le da apoyo a la gente circense, en otros países los mismos profesores van a los circos a estudiar, pero cuando yo llevo a mi hijo al colegio los 20 o 15 días que estamos en los pueblos es un proceso, de igual manera le dictan clase y le dan notas parciales.
-¿Y con todo esto alguna vez no has querido salir del circo?
-El circo no tiene fronteras, uno a veces se cansa de estar en el mismo lugar y se va para otro sitio, pero no se cansa del circo, sino de la convivencia dentro de él, uno como ser humano no comparte todas las ideas con sus compañeros. La gran mayoría nos tratamos de llevar bien, porque uno no puede discutir con las personas que se ve las 24 horas del día, uno trata de llevar la vida tranquila, vivir su vida común y corriente. La diferencia entre los demás y yo, es que soy payaso y hago reír, pero soy común, siento, sufro, hago sufrir, soy malgeniado o contento a veces, tengo problemas normales, no somos apáticos de lo que ocurre en la sociedad. He salido del país, y sé cómo señalan al colombiano: de narco, paramilitar, guerrillero, pero somos más los buenos que los malos. Aunque trabajo en el circo a mí me afectan los problemas del país, yo soy colombiano y me duele como colombianos nos matamos o la educación que manejan aquí, que estemos más pendientes de la televisión, del teléfono, que de nuestros propios hijos.
-¿Sí entiendo, entonces cómo fue salir del país como artista?
-En el circo tenemos la facilidad de salir del país, en Europa un trapecista gana 500 euros diarios, entonces los chicos se van a los 18. Yo me fui y me pegué la estrellada del mundo, la comida, por ejemplo, siempre comer comidas rápidas y cuando comencé a comer lo típico terminé con problemas estomacales muy graves. Las sazones son distintas, yo hacía señas, o pedía a mis compañeros que me pidieran porque no hablaba a la perfección. Me dio mucha depresión por estar lejos de mi familia, era un clima de 45 grados centígrados y en la noche frío. Tengo familiares fuera del país, un tío tuvo un accidente en un circo europeo y falleció, él hacía equilibrio y se cayó… La verdad es que uno arriesga, pero todos arriesgamos, aunque acá, es más.
En medio de la función él se acerca y suelta algo que parece haber meditado durante varias noches:
¿Sabes? Hay un contraste en William y Cacerolo, quisiera ser más Cacerolo y menos William, porque el segundo es malgeniado y maldadoso, es como un típico ser humano, Cacerolo no…quisiera ser más Cacerolo.
Todos lo quisiéramos ser.
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