Carta a los sueños
- historiasamalgama
- 17 feb 2019
- 3 Min. de lectura

¿Por qué es tan incómoda la incertidumbre? El no saber, no tener certeza, no poder materializar saca nuestras peores inseguridades y miedos, miedos grandes y mentirosos, o pequeños y reales. También pasa que sentirse así es una bocanada de aire, es estar al filo de un abismo y querer lanzarse, es no pensar en causas ni en consecuencias, nada… hasta que vuelve la ansiedad y las ganas de tener todos los pájaros en mano y ninguno volando. Algunos son ansiosos y toman decisiones desesperadas o esperadas con tal de llenarse de certeza y otros prefieren vivir así, aceptar y vivir como que sea que pase todo. Mucho se ha hablado sobre el futuro que no existe y el presente que sí, pero es parte de la naturaleza humana pensar en ese “más allá”, en que habrá después del desayuno de hoy, del trabajo de mañana y de la fiesta de la próxima semana. Nos proyectamos, soñamos, creamos metas, es evidente que hay cosas que se construyen hoy para el mañana, pero la vida y el tiempo mismo no conocen de garantías o de promesas para siempre.
Me pregunto esto por ansiosa, tal vez, pero lo pienso en este momento de la vida dónde todo es incierto, es infinitamente mínima la parte de espacio y tiempo, y situaciones y personas que podemos controlar. Le hablo hoy a mis sueños de viajar por el mundo, a las postales de París, Nueva York, Cuba y México, a conocer lugares y comidas y futuros amigos, a trabajar por amor, a tener uno o dos o cinco perros, a vivir en un apartamento con vista a la ciudad, con una tina; lo superficial, todo lo inmaterial que no tengo justo ahora. Y les hablo porque lo más probable es que les esté fallando al no tener una ruta clara para agarrarlos sin que se den cuenta, para asustarlos teniéndolos justo al frente y que no se puedan escapar.
También hay un sueño, más bien un deber interno que me curiosea de vez en cuando, y es que recurrentemente pienso en el propósito, el sentido de la vida, veo las cosas materiales, de todo tipo, de todo lo que puedas imaginar, insignificantes, e incluso las experiencias, finalmente son pasajeras, por alimentar el ego o el sí mismo. Creo entonces que tal vez el sentido se encuentra en todo aquello que no es solo por el yo, ya mucha gente en diferentes ámbitos plantea que la felicidad y el sentido se encuentran en el otro, la ayuda, la entrega. El darse entonces es tal vez otro sueño, hacer posible sueños para los demás, menos vanos que los míos, educación, hogar, alimentación e incluso solo la posibilidad de soñar, de pensar vidas distintas, ese poder lo tienen las palabras, escribir nuestros sueños y leer los de los demás nos dan la oportunidad, solo por un segundo de no sentirnos solos, de encontrarnos con otros como yo, de apropiarnos de lo que somos y queremos.
Llego entonces siempre a la escritura y el poder que me da, imaginario tal vez, y a construir un texto y esconderlo, o publicarlo, o desecharlo o celebrarlo. No sé si sea el talento, la disciplina o incluso la suerte lo que lleve a cumplir los sueños, tampoco sé si escribir es el mío, o el de muchos, pero siento cada vez más, en medio de la incertidumbre, que es para mí un camino, una ruta que no sé a dónde lleva, pero me reta y me incomoda tanto como me alivia y da certeza entre lo incierto.
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