pasan las horas
- historiasamalgama
- 20 may 2019
- 1 Min. de lectura
Por: Laura Rodríguez

12:10 a.m. No estamos borrachos riéndonos en cualquier esquina de la ciudad, tampoco cayéndonos de la patineta que nos prestó algún desconocido. Ya no estamos escuchando esa canción en la cama antes de quedarnos dormidos. ¡Qué omisiones tan insoportables!
1:06 a.m. “No hay lío”, me dice, antes de cerrar la puerta. Me voy a cualquier lugar con todas mis certezas y enciendo el último cigarrillo que me queda buscando llenar el vacío que deja en mi estómago ese último portazo. Empiezo a extrañarlo desde ya, por anticipado, como si así lograra padecerlo por menos tiempo.
2:20 a.m. Los minutos corren más despacio. Pienso en nosotros como un par de líneas perpendiculares que coincidieron por un breve momento, pero con eso solo consigo disipar el poco de calma que traía conmigo. ¿Cómo es que todo podía reducirse a eso? Si nosotros existíamos más allá de una teoría matemática de primaria.
4:00 a.m. Reanudé la canción, esa misma que escuchaba cada vez que lo necesitaba a mi lado, pero él solo elegía pasarme por alto. Esa era la señal de su ausencia y ambientaba muy bien las noches en las que me sentía miserable... Ya quería correr hacia su puerta de nuevo, pero, ¿Para qué hacerlo? Si él solo me necesitaba en sus estados de inconsciencia, yo en cambio sí lo extrañaba a las cuatro de la tarde.
Alguna hora: Despierto, voy por una caja nueva de cigarrillos mientras suena la ovación final. Las horas me conducen de nuevo a mí. En fin, —No hay lío—, espero que como a mí, a él también le rindan más los cigarrillos.
Comments