¿Somos lo que fuimos?
- historiasamalgama
- 9 dic 2018
- 2 Min. de lectura

Mirar la vejez es por general dar cara a la indefensión, la vulnerabilidad, el paso lento y las “glorias perdidas” o el pasar a ser cargo-carga de otro. Quizá se piensa el presente pero es el futuro, el peso constante ¿Será por esto el caminar lento o tendrá más bien que ver con el pasado, con eso que nunca escuchamos que nos cuentan nuestros abuelos? El mío por ejemplo, llevaba los muertos de la guerra liberal-conservadora desde el pueblo hasta una vía más o menos principal, donde los recogía un camión, se llevó un susto una vez cuando un gemido le hizo pensar que alguno estaba vivo. También vendió dulces en un carrito durante muchos años, tenía clientes especiales y hasta memorizó este o cual cigarrillo preferían, si chicle o banana. No sé a qué obedece hoy en día el ritual de poner agua en una taza detrás de la puerta principal de la casa todas las noches, creo algo tiene que ver con los difuntos, o que recordando el pasado siempre le salgan lágrimas, sé que ha visto morir a muchos de los suyos, cercanos y no tanto. Va al billar a diario para huir de las cuatro paredes en que se siente encerrado, prisionero.
Sé también que decidió estar con mi abuela cuando ella tenía ya tres hijos, de dos padres diferentes y cuando todo el mundo la juzgaba. Conozco su miedo profundo a las enfermedades, lo que le gusta el campo y cómo viviría de feliz en una finca, él cultivó el maíz y la yuca y los plátanos en la minihuerta detrás de la casa. También lo he visto enojarse con mi papá porque nunca nos enseñó la costumbre de decir “la bendición” al salir o acostarnos, él trata ahora, en nuestra adultez que lo aprendamos. Siempre nos molesta proponiendo de almuerzo o de cena bofe o morcilla o chunchullo y se ríe mientras hacemos caras de asco. Este año y a pesar de lo que sabía, supe también que en el pasado golpeaba a mi abuela. Verlo ahora hace casi imposible creerlo, pero todos cambiamos, él no es quién era antes, es un humano, no un monstruo, la vida lo cambió, es lo que quiero creer. Nunca he visto malos tratos de su parte, aunque se dice que todavía la cela como si fueran jovencitos. Cambié también yo al saber, no es rencor, no es odio, ni siquiera rabia, es sólo distinto para mí, alguien de quién sé un pasado que me afecta, como nieta, como mujer. La pregunta es siempre la misma ¿Por qué se quedó? Eso sólo lo sabe ella, ellos dos.
Comments