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LA PROTESTA ES VIOLENTA

  • Foto del escritor: historiasamalgama
    historiasamalgama
  • 29 nov 2019
  • 5 Min. de lectura

“El Estado llora vidrios, la protesta llora vidas”


Por: Juan Zeta


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Como anarquista internacional bien pagado por el foro de São Paulo, mi deber era escribir esta columna con una extensa introducción acartonada mostrando los flagelos que el neoliberalismo promovido por los gringos ha llevado a la miseria y pobreza de las mayorías en Latinoamérica. Así mismo, también iba a escribir la importancia de la protesta social y las luchas de los trabajadores en la historia de la humanidad, incluyendo el país que nos tocó, pero mandé todo a la mierda y pensé que debía ir al grano y dar mi opinión clara sobre el Paro Nacional que comenzó el pasado jueves. Quería dar mi opinión porque mi mayor temor es que esto termine en lo mismo de siempre, el gobierno tranquilo y riéndose del pobre pueblo güevón.


Todos sabemos que el ejemplo de los pueblos de Chile y Ecuador en sus luchas por frenar los “paquetazos” neoliberales fue un factor importante para que fuera el turno ahora de nuestro país en el agitado mapa geopolítico de la región. Otro elemento que ayudó a la convocatoria fueron los cuentos castrochavistas y la paranoia del uribismo previas al 21N (gracias por la propaganda), esto nos hizo sentir que estábamos haciendo las cosas bien. El despliegue militar y el discurso de miedo al comunismo está igual de obsoleto al hoy anciano paramilitar que gobierna detrás de los hilos.


El día tan esperado llegó y ese jueves se inundaron las calles de multitudes, los trabajadores, estudiantes, jóvenes trabajadores, personalidades, políticos, y politiqueros oportunistas, incluyendo muchos sectores del mismo establecimiento como medios de comunicación y opinadores, hicieron pleno cubrimiento de los hechos. Las fotos y declaraciones fueron y vinieron desde todos los ángulos, pocos se fueron para la casa, muchos otros se quedaron en lo que fue una de las manifestaciones más grandes de la historia reciente. La marcha fue un éxito, pero fue solo el comienzo del Paro donde la gente salió berraca, nadie fue a trabajar, todos querían expresar la indignación hacia éste gobierno que promueve la guerra, está plagado de corruptos y sigue en su empeño de favorecer a los más ricos y exprimir a los más pobres.


Mientras que muchos discutían quien causó los disturbios y el desalojo de la Plaza de Bolívar, unos decían que era el ESMAD, otros que eran vándalos, otros que eran estudiantes, lo cierto es que debía terminar así, pues era una protesta contra un gobierno fascista, no un concierto. En otras partes de Bogotá estaban bloqueando las avenidas desde las 7 a.m y otros se dirigieron a la 68 donde resistieron hasta altas horas; en ese momento se pudo decir que sí era Paro Nacional porque un paro es con bloqueos y barricadas. En otras ciudades también hubo desórdenes y disturbios como en Popayán, Cali y Medellín.


Al día siguiente el gobierno activó todo un dispositivo de miedo y pánico bien planeado, contratando bandas delincuenciales para atemorizar a los barrios de clase media de las diferentes ciudades, con el objetivo de deslegitimar la movilización y dividir entre vándalos y manifestantes a los sectores populares. Se aplicó la estrategia clásica de sembrar miedo para vender seguridad. Paralelamente los medios, el gobierno y el establecimiento llamaron a la protesta pacífica, discurso que logró aceptación incluso en los manifestantes, claro, después del pánico vivido la noche anterior. Pero finalmente se tardó un día en hacerse evidente la farsa de “los vándalos se nos van entrar al conjunto”, al parecer solo había presupuesto para pagar un día de pánico colectivo.


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Aunque no nos comimos el cuento de “los vándalos”, sí nos comimos el cuento de que la protesta debe ser pacífica, no, la protesta no es pacífica. Me perdonarán todos los bien pensantes amantes de lo políticamente correcto, de los likes y los hashtags, de la paz y el amor, pero la protesta por su misma naturaleza es violenta, el pacifismo en extremo es estéril, y con esto no estoy diciendo que se riegue sangre, ni soy un enfermo con trastornos psicóticos. Solamente les recuerdo que la protesta es violenta porque altera, rompe el orden establecido, debe molestar a los poderosos, debe afectar sus ganancias y sus estrategias de control, y sí, esto requiere mayores esfuerzos, nadie dijo que era fácil.


El estado de coma en que dejaron a Dylan Cruz, estudiante que se encontraba protestando pacíficamente, es la demostración a lo que digo, el Estado es violento y sus fuerzas de seguridad no están de adorno, están entrenadas, adoctrinadas y armadas para reprimir. Las actividades culturales, la fiesta, el cacerolazo son claramente fundamentales para mantener la convocatoria y la masividad, pero deben estar acompañadas de la presión material y real, no solamente se trata de llamar la atención de los medios y de la opinión pública. Algunos creen ingenuamente que se debe ser complaciente con los medios de comunicación privados, y que éstos nos van a apoyar, pero como lo estamos viendo no, los medios van buscar siempre defender el statu quo, defienden corruptos, defienden lo indefendible, como cuando defienden al Policía que tiene al borde de la muerte a un estudiante de bachillerato porque al policía “se le va acabar su carrera”.


Paralelamente al discurso disciplinador del pacifismo y de la protesta sumisa, el establecimiento activa sistemáticamente un plan de distracción y dilación que ya está teniendo efecto. Primero dice que va iniciar un diálogo con empresarios y políticos electos como si ellos fueran los voceros del Paro; más tarde, aparecen políticos oportunistas como Claudia López a decir que aceptaría ser vocera de la protesta y los medios le dan pleno cubrimiento; luego aparece Daniel Quintero a proponer dizque una constituyente para ponernos a perder el tiempo discutiendo si era viable o no, cuando ni siquiera hay una negociación; para completar, Duque dice que va abrir un buzón de sugerencias hasta marzo como forma de diálogo. Y los sectores que de verdad están en la movilización están más preocupados por qué exigencias van a llevar y quién va negociar, y no se han dado cuenta que hoy lunes fue un día común y corriente donde muchos fueron a trabajar y la normalidad volvió. El gobierno activó su plan de distraernos y dividirnos en discusiones pendejas, mientras que se nos olvida lo más importante, organizar el paro, y acordarnos que esta es una pelea contra un enemigo muy poderoso.


El despertar del pueblo en los últimos días ya es una victoria y nos da esperanzas de que es posible unirnos, que es posible poner a temblar al gobierno. Pido disculpas si las anteriores críticas son muy exigentes, o de un tono pesimista, pero considero que se deben hacer con el objetivo de aportar al debate y a la conciencia de la gente. Las noticias falsas, la repetición de mentiras y narrativas falsas en medio de una sociedad cada vez más conectada, pero cada vez menos educada son las nuevas herramientas para someter a los esclavos modernos. Solo a través de la reflexión y el pensamiento crítico podemos no caer en las trampas modernas que pone hoy el Estado.

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Revista Entropía 2020

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